Es inevitable dedicar un post a la Semana Santa zamorana, una de las más bonitas de España y que, por su singularidad, fue declarada de Interés Turístico Internacional en 1986. Miles de personas acuden cada año a Zamora para disfrutar de procesiones como la del ‘Miserere’ o la ‘Procesión de los Borrachos’.
Religión, cultura y, cómo no, la gastronomía se unen desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección. Las torrijas, los buñuelos o las almendras garrapiñadas son algunos de los dulces típicos que se toman en gran parte de la geografía española durante estos días pero si hay algo que caracteriza a la Semana Santa de Zamora son las aceitadas y la ‘Dos y pingada’.
Las aceitadas son unas pastas elaboradas a base de aceite, huevos, azúcar, harina, anís y levadura. Encontraréis la receta en este enlace http://semanasantadezamora.com/aceitadas
Pero como no sólo de dulces vive el hombre, qué mejor manera de terminar la Semana Santa que con ‘Dos y pingada’, un plato que sobre todo es típico del Domingo de Resurrección y que da por finalizada la tradición cristiana de no comer carne durante la Cuaresma.
Se trata simplemente de dos huevos fritos acompañados de unos trozos de magra de cerdo, normalmente, pasados por la sartén. Lo habitual es comerlo para desayunar.
El romancero polular zamorano dedica unos versos al ‘Dos y pingada’:
“Ya resucitó el Señor
y repican las campanas.
Prepara el almuerzo, chica,
y fríe dos y pingada”.
*Extraído de ‘La Gaita zamorana: Cantares’, Joaquín del Barco (1899)
Aunque la de Zamora goza de un mayor prestigio a nivel mundial, la Semana Santa de Toro también tiene un encanto especial y fue declarada de Interés Turístico Regional en 2007 valorando, sobre todo, su antigüedad.
Los actos más representativos comienzan el Domingo de Ramos con la Procesión de la Borriquita.