La poda de los viñedos es una práctica realizada por viticultores/as, que consiste en reducir la parte vegetativa de la vid para conseguir limitar su crecimiento natural y mejorar de esta manera su rendimiento, que condicionara la calidad de las uvas.
Sin duda alguna, todas las labores realizadas en los viñedos son muy importantes, pero la poda es una de las más importantes ya que el objetivo consiste en reducir el número y la longitud de los sarmientos para que la vid produzca menos racimos, pero de más grosor y más calidad. La poda alarga la vida de la vid y asegura la cosecha de un año para otro. Permite también adaptar el tamaño de la planta al espacio donde se cultiva para facilitar las tareas del viticultor.
Podríamos decir que durante su ciclo anual, el viñedo necesita de la realización de diferentes podas para conseguir darle forma, mejorar su salud y regular el rendimiento de las plantas. Existen diferentes tipos de poda de invierno en función de los objetivos a perseguir como puede ser la poda de plantación, la de formación, la de producción, la de rejuvenencimiento y las podas excepcionales por causas climatológicas o fúngicas.
En las épocas estivales (primavera-verano) el viñedo está en fase de máxima actividad, por eso mismo durante esas épocas hay que limitar al máximo posible los cortes en la planta. Sin embargo, una vez finalizada la vendimia, la savia deja de tener presencia activa en la cepa hasta que comienza la perdida de las hojas. Este momento se conoce en el viñedo como parada vegetativa, y abarca desde mediados de noviembre hasta finales de febrero, cuando comienza la brotación dependiendo, claro está de la ubicación y las condiciones climatológicas de la zona en la que se encuentre situado el viñedo.
Es durante ese periodo, que coincide con el ciclo más frio del año, cuando es recomendable realizar la poda más intensa del viñedo, la poda de invierno, para lograr que el viñedo esté sano y comience a brotar de manera excepcional a fin de conseguir una gran cosecha y calidad de los frutos.