Mariano García: “Los vinos de Toro son hoy vinos que emocionan”

Unos días antes de ser pregonero de la Fiesta de la Vendimia de Toro, hablamos con el bodeguero Mariano García sobre sus sentimientos hacia la D.O. Toro, las particularidades de los vinos, el pasado, el futuro y su experiencia en la zona que cumple dos décadas.

¿Qué significa para usted ser pregonero de la Fiesta de la Vendimia de Toro?

Una gran satisfacción por la confianza que siempre he tenido en el potencial de Toro para elaborar grandes vinos. Además, coinciden los 30 años de la Denominación de Origen y los 20 de la primera añada de nuestro vino San Román.

Es gratificante comprobar como en estos años se consolidan los proyectos familiares en Tudela de Duero, Mauro, y Toro, San Román, al mismo tiempo que ponemos un pie en Ribera del Duero con nuestra tercera bodega: Garmón Continental.

Viñedo viejo y diversidad de suelos

¿Qué tiene de especial esta zona?, ¿cuáles son sus mayores valores?

Es una tierra generosa por sus gentes y viñedos, donde los vinos derrochan intensidad, fruta y carácter, con una regularidad mantenida en el nivel de calidad de las añadas difícil de conseguir en otras regiones.

En Toro converge el potencial de unos viñedos en vaso maduros de bajos rendimientos con una rica diversidad de tipos de suelo según municipios. La dureza del clima y un moderado estrés hídrico hace que la cepa sufra, las raíces profundicen y los vinos adquieran una equilibrada concentración de aromas y taninos.

¿Por qué decidió comenzar un proyecto aquí?

Para diversificar nuestro desarrollo en Castilla y León decidimos apostar por otro lado del tablero en unos años en que Ribera del Duero ya empezaba a ser muy conocida. En los 90, Toro era todavía una gran desconocida.  Una comarca tradicional con pocas bodegas elaboradoras y sin el reconocimiento y la valoración del mercado. Salía mucha uva fuera de la D. O y arrastraba el sambenito de la rusticidad.

Compré viñedos viejos e intenté aportar una visión diferente en el manejo de la viña y la bodega. Tenía claro el potencial del suelo y la variedad para hacer vinos más frescos, distinguidos y actuales.

 

¿Cómo fueron los comienzos?, ¿cómo ha cambiado la D.O. desde entonces?

En 1997 cuando elaboramos la primera añada en Toro había dos cooperativas y seis bodegas. Hoy son 63. A partir del año 2000 con la llegada de inversores, nuevas marcas y grupos procedentes de Rioja, Ribera y Francia en su mayoría, se produjo el gran boom y Toro se convirtió en territorio de acogida.

Ese puede ser el cambio cuantitativo más evidente, pero el salto cualitativo no ha sido menor con una evolución hacia la calidad, la diferenciación y la conservación del patrimonio vitícola.

¿Qué tal le han tratado durante todos estos años?

Desde el principio me he sentido muy bien acogido y no he encontrado ninguna traba para desarrollar un proyecto como San Román, con 14 personas trabajando actualmente, 100 ha de viñedo propio y 300.000 botellas comercializadas en más de 50 países.

La autenticidad de la D.O. Toro

¿Cuál es su percepción de los vinos de Toro en la actualidad?

Gracias a ese gran salto cualitativo, los vinos de Toro son hoy vinos que emocionan. En función de la filosofía de cada elaborador, cada vino encuentra su lugar en el mercado. Fuera de España son apreciados y valorados con menos prejuicios que en el ámbito nacional.  

Hay que conjugar el potencial de lo autóctono con una innovación respetuosa que reivindique la originalidad de nuestros terruños como base de la complejidad de nuestros vinos. Y cuidar el buen entendimiento entre bodegas y viticultores.

¿Qué futuro le vaticina a la D.O. y qué desearía?

Si queremos calidad y personalidad, por costes y rendimientos, la D.O debe enfocarse hacia vinos con valor añadido. Personalmente apuesto por la inclusión de otras variedades y por no olvidarnos de los blancos.

Las estrategias de comunicación y promoción deben ayudar a que los vinos de Toro se conozcan más y mejor tanto dentro como fuera de España.

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